Diosa Carpo
Diosa Carpo
Carpo, también llamada Damia, es la Hora del verano y el otoño, y diosa de la frutas de dichas estaciones, y por extensión de los árboles frutales, los jardines y las huertas. Sus nombres, tanto Carpo como Pomona, siginifican fruta. Damia por su parte significa madre tierra. Se le representa como una joven mujer coronada con flores junto a sus dos hermanas Horas y dioses de la fertilidad en procesión o danzando, sosteniendo los frutos propios del verano, especialmente una manzana, y una hoz.
Mitos
Vertumo
Carpo no sentía ninguna atracción por los hombres, a pesar de ser requerida por todos los dioses campestres, entra ellas los Sátiros, pero sólo el dios Vertumno la habría amado de veras, la habría cortejado largamente.
En una ocasión, Vertumno, disfrazado como una vieja mujer, fue a felicitarla por las frutas de sus árboles y la abrazó de buen corazón. Entonces, le mostró un olmo enlazado por una vid y comenzó a defender la causa del amor. Luego, le contó la historia de amor de Anaxárete. Al fin, viendo a Carpo fascinada por la historia, Vertumno le mostró su verdadero rostro, resplandeciente de juventud y salud. Carpo no pudo resistirse y aceptó su amor.
Las estatuas de la abundancia
La ciudad de Epidauro sufría una temporada de escasez. El oráculo de Delfos le aconsejó a los epidaurios que erigieran estatuas de Auxo y Carpo hechas de madera de olivo.
Entonces Epidauro le pidió a Atenas, conocida por ser la ciudad donde Atenea plantó el primer olivo, el permiso para talar unos olivos de Ática. La solicitud fue concedida con la condición de que los epidaurianos debían ofrecer sacrificio todos los años en honor a Atenea, Aglaulo y Erecteo. Entonces la ciudad volvió a dar sus frutos en abundancia como antaño.
Cuando Egina se separó de Epidauro, que hasta entonces había estado bajo su jurisdicción (y por lo tanto ambas estaban bajo la bendición de las diosas), los eginetas se llevaron las estatuas y las erigieron en un lugar interior de la isla. A causa de esto, los epidaurios dejaron de ofrecer los sacrificios a las divinidades atenienses. Atenas se enteró de este suceso y mandaron a un escuadrón a recuperar las estatuas de la isla.
Los eginetas se negaron a entregar las estatuas, entonces los atenienses lanzaron cuerdas al rededor de éstas para llevárselas por la fuerza, momento en el cual las figuras de las diosas cayeron de rodillas y se produjeron truenos y terremotos que indujeron la locura en los atenienses, los cuales se mataron entre ellos. Sólo uno se salvó y escapó, llevando consigo los hechos que relató en su ciudad. Todo este acontecimiento inició la rivalidad entre ambas localidades.
Carpo no sentía ninguna atracción por los hombres, a pesar de ser requerida por todos los dioses campestres, entra ellas los Sátiros, pero sólo el dios Vertumno la habría amado de veras, la habría cortejado largamente.
En una ocasión, Vertumno, disfrazado como una vieja mujer, fue a felicitarla por las frutas de sus árboles y la abrazó de buen corazón. Entonces, le mostró un olmo enlazado por una vid y comenzó a defender la causa del amor. Luego, le contó la historia de amor de Anaxárete. Al fin, viendo a Carpo fascinada por la historia, Vertumno le mostró su verdadero rostro, resplandeciente de juventud y salud. Carpo no pudo resistirse y aceptó su amor.
Las estatuas de la abundancia
La ciudad de Epidauro sufría una temporada de escasez. El oráculo de Delfos le aconsejó a los epidaurios que erigieran estatuas de Auxo y Carpo hechas de madera de olivo.
Entonces Epidauro le pidió a Atenas, conocida por ser la ciudad donde Atenea plantó el primer olivo, el permiso para talar unos olivos de Ática. La solicitud fue concedida con la condición de que los epidaurianos debían ofrecer sacrificio todos los años en honor a Atenea, Aglaulo y Erecteo. Entonces la ciudad volvió a dar sus frutos en abundancia como antaño.
Cuando Egina se separó de Epidauro, que hasta entonces había estado bajo su jurisdicción (y por lo tanto ambas estaban bajo la bendición de las diosas), los eginetas se llevaron las estatuas y las erigieron en un lugar interior de la isla. A causa de esto, los epidaurios dejaron de ofrecer los sacrificios a las divinidades atenienses. Atenas se enteró de este suceso y mandaron a un escuadrón a recuperar las estatuas de la isla.
Los eginetas se negaron a entregar las estatuas, entonces los atenienses lanzaron cuerdas al rededor de éstas para llevárselas por la fuerza, momento en el cual las figuras de las diosas cayeron de rodillas y se produjeron truenos y terremotos que indujeron la locura en los atenienses, los cuales se mataron entre ellos. Sólo uno se salvó y escapó, llevando consigo los hechos que relató en su ciudad. Todo este acontecimiento inició la rivalidad entre ambas localidades.
Comentarios
Publicar un comentario